El carbón que se utiliza en cosmética se obtiene de la combustión de madera o cáscaras de coco. Para añadirse en las fórmulas de belleza, este carbón se activa previamente. Esto significa que se somete a un proceso de oxidación que aumenta su porosidad y potencia su adsorción (su capacidad para atraer toxinas a su superficie). De esta manera, se consigue un elemento natural que puede eliminar tantas impurezas como 200 veces su propio peso.